¿POR QUÉ DEJÉ DE DIBUJAR?

¿Alguna vez te lo has preguntado? Creo que es una de esas muchas cosas que no nos planteamos en la vida. Y ¿sabes porqué? porque alguien colocó en tu cabeza una patrón de que lo “normal” es no dibujar cuando ya eres adulto. Dibujar se asocia a algo infantil, al igual que la mayoría de actividades creativas o en definitiva: las cosas con las que te diviertes.

Yo dibujando 🙂

Seguramente no sepas porqué dejaste de dibujar. Digo “dejaste” porque toooodos hemos dibujado de pequeños, a partir del año y medio los niños empiezan a garabatear y a los 10 ya son capaces de empezar a dominar el lápiz. El principal problema viene con la educación en los colegios; se prima la importancia del lenguaje y las matemáticas, dejando como algo secundario o complementario el lenguaje visual y plástico. Al dejar de practicarlo a medida que se crece, uno suele decir: “no dibujo porque se me da mal”.

Llega un punto en el que necesitas aprender ciertas “normas” para encajar en lo que está encasillado como “dibujar bien” y como lleva un tiempo de aprendizaje y es un proceso, muchos se frustran y desisten.

Pero amig@s, aquí viene la buena noticia: no se trata de ser como Picasso (mi amado Picasso), aquí hablamos del dibujo como medio de expresión, para entendernos, para sintetizar. El lenguaje visual no tiene los límites de la palabra. La imaginación es infinita y libre y el dibujo es su vehículo más afin.

Dibujo de Picasso de su amante Francoise Gilot

Aquí de lo que hablamos es de dibujar no para hacer obras maestras ni enseñarlo a nadie esperando su juicio. Hablamos de dibujar para conectar (o re-conectar) esa parte de nuestro cerebro que tenemos olvidada.

LO BUENO DE DIBUJAR

¿Cuántas veces has escuchado eso de: se me pasa el tiempo volando, me abstraigo del entorno, etc. cuando dibujamos o hacemos alguna actividad creativa?

Why Doodling matters de la educadora Giulia Forsythe
Why Doodling matters de la educadora Giulia Forsythe

Y es normal, el dibujo requiere de un grado de concentración comparable a ciertos niveles de meditación. Sirve para mejorar la memoria y crea conexiones creativas que te pueden dar soluciones a otros problemas.

¿Porqué no lo intentas? Crea un hábito de dibujar un rato al día, lleva siempre un pequeño bloc encima para apuntar ideas, hacer esbozos o esquemas que luego se te pueden olvidar. Yo siempre llevo uno encima y tengo otro en la mesita de noche (cuando estoy casi dormida es cuando tengo las mejores ideas :))

DIBUJA UN RATO AL DÍA

Si te cuesta empezar un hábito, apúntate a retos como el Inktober (te lo explico con más detalle en esta entrada) y “obligate” un poco a hacer un dibujo al día y, en este caso, compartirlo con el mundo. Al ver a otras personas haciéndolo seguro que te motivas 🙂

Pero si aún te da un poco de reparo, no hace falta que dibujes o garabatees para enseñárselo a nadie, ni esperar que te pongan nota, solo es para ti. Igual que a veces escribimos sin ningún fin y no pretendemos ser escritores ¿no?

Tanto si eres ilustrador, dibujante o pintor aficionado, profesional o realmente cualquier otra profesión (porque en todas hay un lado creativo)… ¡dibuja! Siente esa libertad de cuando eras niño, sin jueces ni normas.

Como decía Picasso: “En aprender a pintar como los pintores del renacimiento tardé unos años; pintar como los niños me llevó toda la vida.

Fuente: El País

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